Todos los días, antes de terminar la jornada, les narro un cuento a los chicos. Ellos esperan sentaditos ese momento y disfrutan de cada una de las historias narradas.
Hoy nos retrasamos con las actividades y no fue posible realizar la narración. Uno de los niños exclama: - "¡Seño, contanos un cuento!", a lo que respondí: "se nos hizo tarde, ya es la hora de ir a casa. Mañana les cuento uno!
Estando todos preparados para irse a casa, una de las niñas reclama: -"Seño, hoy no nos contaste un cuento!". Repetí la explicación.
Todo venía bien hasta que otro de los niños, muy serio y con tono algo enojado, interviene diciendo: -"Gracias por no contarnos un cuento"!Hoy nos retrasamos con las actividades y no fue posible realizar la narración. Uno de los niños exclama: - "¡Seño, contanos un cuento!", a lo que respondí: "se nos hizo tarde, ya es la hora de ir a casa. Mañana les cuento uno!
Estando todos preparados para irse a casa, una de las niñas reclama: -"Seño, hoy no nos contaste un cuento!". Repetí la explicación.
(Matías, 3 años)